Lazos de amor by Brian Weiss

Lazos de amor by Brian Weiss

autor:Brian Weiss [Weiss, Brian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Autoayuda, Espiritualidad, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1997-01-01T05:00:00+00:00


12

Aunque puede que no sea un rey en mi vida futura, mucho mejor para mí: seguiré llevando una vida activa y además no sufriré tanta ingratitud.

FEDERICO EL GRANDE.

Por segunda vez, Pedro sudaba a chorros pese al aire acondicionado que refrescaba el ambiente de mi consulta. Le caían gotas por la cara, que se deslizaban por el cuello y le empapaban la camisa. Hacía un instante había tenido escalofríos y su cuerpo se estremecía. Pero es que tenía la malaria, y esta enfermedad provoca una sensación que alterna entre un frío penetrante y un calor abrasador. Francisco estaba a punto de morir: a causa de esta terrible enfermedad. Estaba solo y separado por miles de kilómetros de sus seres queridos. Era una muerte horrible y dolorosa.

Aquel día Pedro había empezado la sesión entrando en un profundo y a la vez relajado esta40 hipnótico. Enseguida regresó a una vida pasada, viajando a través del tiempo y del espacio. Inmediatamente empezó a sudar. Intenté secarle las gotas de sudor con un pañuelo, pero fue inútil; era como tratar de detener una inundación con las manos. Seguía transpirando sin cesar. Yo temía que aquel sudor que le empapaba le provocara molestias físicas y afectara a la profundidad y la intensidad de su trance hipnótico.

—Soy un hombre de cabello negro y piel oscura —dijo resoplando de calor—. Estoy descargando un barco de madera muy grande. El cargamento es pesado. Hace un calor ardiente. Veo palmeras y al lado unas endebles construcciones de madera. Soy marinero y estamos en el Nuevo Mundo.

—¿Sabes el nombre? —le pregunté.

—… Francisco… Me llamo Francisco, y soy marinero —repitió.

Yo me había referido al nombre del lugar geográfico, pero lo que le vino a la mente en aquel momento fue su nombre de pila.

—¿Sabes cómo se llama el lugar donde estás?

—Volví a preguntar.

Se quedó callado unos segundos mientras seguía sudando abundantemente.

—No lo sé —contestó—. Es uno de esos dichosos puertos… Aquí hay oro —añadió—. En la selva, en algún lugar de las lejanas montañas. Lo encontraremos. Guardaré algo para mí de lo que encuentre… ¡Qué lugar tan horrible!

—¿De dónde eres? —le pregunté intentando averiguar más detalles—. ¿Sabes dónde está tu casa?

—Al otro lado del mar —me contestó pacientemente—. En España… Somos de allí.

Se refería a sí mismo y a los compañeros que descargaban el barco con él bajo un sol de justicia.

—¿Tienes familiares en España? —pregunté.

—Mi mujer y mis hijos. Los añoro, pero están bien, sobre todo gracias al oro que les envío. Mi madre y mis hermanas también están allí. No es fácil… Los echo mucho de menos a todos…

Yo quería saber más cosas de su familia. —Te ayudaré a retroceder en el tiempo —le dije a Francisco—, haré que vuelvas a España con tu familia, la última vez que estuvisteis todos juntos, antes de que emprendieras el viaje al Nuevo Mundo. Te daré unas palmadas en la frente y contaré hacia atrás desde el número tres. Cuando llegue al uno estarás de regreso en España junto a todos ellos. Lo recordarás todo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.